La música resuena en las calles de Valladolid en una fiesta del ritmo

No hay mejor manera de tomar el pulso que con lo que se siente en la calle. Y ayer miércoles las de Valladolid latieron al son de los ritmos que pusieron en liza más de un centenar de grupos locales en un total de 25 espacios repartidos por toda la capital para celebrar el Día Europeo de la Música.

Una cita que va ganándose un hueco como fija para muchos vallisoletanos a cada año que pasa. Este año no ha sido una excepción, sino la confirmación de que Valladolid quiere música, quiere salir a la calle y disfrutar de las notas que sobrevuelan la ciudad y jugando a ser el ventilador que traiga el aire fresco que tanto se necesita.

Música para soltar tensiones pero también para reivindicar. Para gritar que la escena de Valladolid es tan rica y variada como una barrera de coral y para dejar claro que las voces unidas son más difíciles de callar en tiempos donde una opinión puede valer una sentencia.

Esa voz es la que se levantó en la Plaza de Federico Wattenberg, donde, bajo el lema de ‘No callaremos’, varios artistas como Verónica Martín, Miguel Grimaldo o Kiko Sumillera pusieron la música a un manifiesto en el que se asegura que a los músicos de Valladolid “no nos harán callar con su represión. No callaremos".

La Plaza de Cantarranas fue otro núcleo central del Día de la Música, con las almas pululando sin parar mientras De perdidos al trío, Rumba con Tumbao, Bless o el ska fusión de Deskartados para cerrar la velada elevaban las notas y las hacían resonar con contundencia que la música en Valladolid está más viva que nunca.

También hubo tiempo para la música de cámara con el cierre de temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que actuó junto al Coro de Castilla y León en el Centro Cultural Miguel Delibes para representar la Sinfonía nº9 en re menor, op. 125, Coral de Beethoven bajo la dirección de Anddrew Gourlay y con las entradas agotadas.

Pero la lista de grupos o solistas que actuaron ayer en la ciudad es interminable, bastaba con poner un pie en la calle para sentir el ritmo en los dedos y que la pierna empezara a moverse al compás, en busca de ese sonido que tan cómodo se encuentra en las calles, a donde pertenece.