El coito es la práctica sexual más común entre las parejas heterosexuales. Al realizarlo, a menudo se responsabiliza al pene de que el resultado sea satisfactorio o no, teniendo la falsa percepción de creer que de esto depende el tipo de erección producida, el tamaño que tenga el pene, y el tiempo que transcurre hasta que eyacula.
Además, en la mayoría de los casos, sobre el pene no sólo recae la responsabilidad de producir el propio placer sino también el de la pareja. Apuntamos por tanto, que el modelo de goce y las prácticas sexuales que se realicen pueden ser parte del problema. Pero hay otras causas, como la falsa creencia de responsabilizar, únicamente, al hombre del encuentro erótico. Esta suposición no niega la sexualidad de la mujer, pero tampoco le hace dueña de ella. Para muchos, el coito resulta un examen en el que su pareja evaluará el éxito o fracaso del encuentro sexual.
El hombre, asume la responsabilidad de que el encuentro erótico finalice con éxito, al hacerlo puede sentirse fuertemente presionado y, no es difícil que esa presión influya en la erección, el tiempo de eyaculación o en el deseo. Esta presión puede causar ansiedad y angustia en el hombre si durante el encuentro erótico sólo piensa en el placer de su compañera y lo que ésta pueda opinar de él incluso ante terceros (si da o no la talla, si será buen o mal amante...) .
La presión que muchos hombres sufren con respecto al placer de sus parejas no siempre se ve aliviada con tiempos más largos hasta eyacular. El hecho de dilatar la duración de una penetración hasta que se eyacule no garantiza el orgasmo femenino. Recordemos que para que una mujer logre un orgasmo es imprescindible una buena estimulación de su clítoris. Y esto no siempre sucede durante el coito. Lo cierto es que si dejamos de
centrar la responsabilidad en el pene y comenzamos a visibilizar el clítoris, la presión del hombre para con el placer de su pareja se verá reducida. Del mismo modo que cuantas más prácti cas sexuales consideremos más allá del coito, menos importancia otorgaremos al tamaño, dureza o tiempo de eyaculación del pene.
La denominada eyaculación precoz no es más que una etiqueta. No existen apuntes objetivos porque se define en términos coitales que imponen al hombre la responsabilidad del placer de ambas partes. Tiene más sentido que hablásemos de insatisfacción con el tiempo de eyaculación (que se considera corto) y no de eyaculación precoz. Muchos hombres están preocupados al considerar que el tiempo que transcurre desde que penetran hasta que eyaculan es corto. Los tiempos son muy dispa res. Algunos consideran corto un periodo de veinte minutos, otros de diez y otros de cinco.
Es bastante frecuente que muchas personas insatisfechas con su tiempo de eyaculación tengan nociones poco realistas cuando se comparan con otros hombres. Lo cierto es que no existe un tiempo estándar o apropiado. El tiempo, por sí sólo, no es suficiente para determinar el grado de placer o goce en un encuentro erótico. Factores como el deseo, el estrés, el cansancio o la presión por el encuentro también pueden influir en el periodo hasta eyacular.
Que tu tiempo de eyaculación sea de tres o quince minutos no influye en el placer o goce que puedas experimentar. Podremos vivir orgasmos muy placenteros tras un tiempo hasta eyacular de tres minutos o, por el contrario, orgasmos no tan placenteros tras un tiempo hasta eyacular de quince minutos.Las personas insatisfechas con el tiempo de eyaculación han de plantearse los motivos por los que consideran esta situación como un problema, si les preocupa su propio placer y el de su pareja o si creen que algo que les angustia influye en el tiempo que tardan hasta eyacular.
Si el deseo consiste en tener coitos más largos, se hade tener en cuenta que esto no siempre se traduce en una sexualidad más placentera, como tampoco asegura el orgasmo femenino. Ya hemos dicho que, en este sentido, es esencial la estimulación del clítoris, y que no siempre se consigue con la penetración vaginal por si sola; sino que suele ser útil otro tipo de estimulación como la manual u oral.
Sí, es cierto. Antes de producirse la eyaculación los hombres segregan líquido preseminal que puede contener espermatozoides. Si queremos evitar embarazos no deseados, infecciones o enfermedades de transmisión sexual es imprescindible que tomemos precauciones desde el inicio de la penetración.
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